miércoles, 2 de marzo de 2011

MAPAS COGNITIVOS. QUÉ SON Y CÓMO EXPLORARLOS.



Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales.  
Universidad de Barcelona. [ISSN 1138-9788] 
Nº 33, 1 de febrero de 1999.
MAPAS COGNITIVOS. QUÉ SON Y CÓMO EXPLORARLOS.

Constancio de Castro Aguirre


Este pretende ser un trabajo de doble propósito: de esclarecimiento conceptual primero y de allanamiento de métodos después para realizar una exploración. Primero vamos a exponer el abundante, a veces excesivo, uso de la denominación "mapas cognitivos" y trataremos de delimitar una noción precisa. Limpiaremos de hojarasca el ámbito del concepto para quedarnos con la estructura desnuda y recia. Después introduciremos al lector en una búsqueda de datos adecuados para que él por sí mismo lleve a cabo la exploración empírica oportuna y pueda felizmente arribar a un mapa cognitivo de su propio entorno urbano.
I. ¿Qué son o en qué consisten los mapas cognitivos?
El actual despliegue de investigación en torno a los mapas cognitivos, como veremos, está en manos de gente muy diversa, entre los que no abundan los geógrafos. Abunda más gente de areas tales como Inteligencia Artificial o Psicología Cognitiva y de vez en cuando asoman los geógrafos. Ante tantas coincidencias de interés resulta obvio preguntarse qué pueden tener en común todos ellos. Quizás, aproximando una respuesta, podemos vislumbrar una preocupación por acercarse a situaciones reales del vivir cotidiano, rompiendo las estrecheces del laboratorio ficticio. Un lugar común de interés podría ser efectivamente el de entender cómo nuestra mente nos guía en esa parcela del vivir cotidiano que resultan ser los desplazamientos urbanos. Huyendo de las afirmaciones gratuitas le vamos a mostrar al lector evidencias de lo que afirmamos. Por ejemplo, en 1996 se publica el siguiente título The Construction of Cognitive Maps (Juval Portugali, ed., Kluwer, Dordrecht, Netherlands, 1996). El compilador es un profesor de Geografía en la Universidad de Tel Aviv quien ha reunido el trabajo de 24 colaboradores; de ellos ocho geógrafos, es decir, la tercera parte. Una preocupación recorre el espinazo de toda la obra, a saber, cómo manejamos la información espacial en la resolución de los desplazamientos. A manera de digresión apuntemos una cuestión que brota ante tal acontecimiento editorial. Se nos ocurre que un libro como éste es muy difícil que se produzca en nuestro ámbito hispanohablante. De hecho hace ya bastantes años que, en lo que respecta a estos temas, vivimos los hispanohablantes de prestado. Pero lo que parece más llamativo es que el distanciamiento se profundiza con los años de manera acelerada. En los años 70 y 80 era hasta cierto punto asequible la iniciativa de los temas perceptuales para los geógrafos españoles. En el día de hoy se ha abierto una brecha de incomunicación de tal magnitud que me temo hayamos perdido usos conceptuales y vocabularios comunes con la proa de los investigadores.
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