Hipo-real (SP), 2008.
Diversas incisiones realizadas con estilete sobre cubos de acrílico.
La semana pasada, vimos en clase el siguiente artículo sobre el artista Uruguayo, Marco Maggi (Montevideo, 1957) en la revista Art Nexus Dic-Feb 2010.
Del 21 de agosto al 13 de septiembre, Marco Maggi exhibió Hipo-real, una muestra individual temática, en el amplio recinto de la planta baja de Galería Nara Roesler, con texto crítico en catálogo y curaduría de Adriano Pedrosa.
Sabemos, desde Lacan a esta parte, que existen tres escenarios fundamentales de la vida psíquica: el imaginario, el simbólico y el real. En este sentido, con Hipo-real, para el artista uruguayo, lo real es algo diametralmente distinto a lo verdadero, pues resulta ajeno al lenguaje y a la esfera simbólica.
Es un indicador de lo infraleve, de lo infra-mince, que circula por toda la muestra, presentando aquellas características, las cuales, a nivel de significancia, pueden investir cierta irreductibilidad opaca, si bien algunas obras juegan con las transparencias, me refiero, básicamente a lo que implica la ausencia de cualquier tipo de articulación dialéctica. Las relaciones tautológicas y los homenajes póstumos asoman en este conjunto de obras, que parecen dejar tras de sí una sombra, como si fuese una silueta menos fulgurante y destellante, en la que se retrae, pero no se esconde totalmente, algunas componentes enigmáticas e inquietantes, que Hipo-real nos pone sutilmente de manifiesto. Baste analizar obras mínimas, perfiladas en un clima de gran intimidad, como Complete coverage on Klein and Fontana (díptico), realizada con recortes de papel y plexiglás; San Andreas fault, una punta seca efectuada sobre papel aluminio; Malevitch, un grafito sobre papel, junto a Complete coverage on Warhol (Marilyn).
De alguna manera, en este opus de piezas, de pequeño formato, el artista trabajó obsesivamente, casi como un bricoleur, con elementos muy simples: hojas de papel, plexiglás, el empleo del passe-partout, el grafito, las incisiones sobre acrílico transparente, para dar cuerpo a un conjunto de trabajos en donde buena parte del arte de vanguardia se ha convertido en una ingeniosa herramienta para el desarrollo deliberado de una fina sensibilidad irónica y cómica, a la vez, pues ya sabemos que la modernidad estética ha sido tomada y se han realizado exégesis sobre la misma, de manera demasiado seria. Todo este núcleo de apropiaciones y de usos libres de los ¿textos artísticos¿ y auráticos de, por ejemplo, Andy Warhol, Lucio Fontana, Ives Klein, Robert Ryman, Jasper Johns, Sol Lewitt, Piet Mondrian, y los latinoamericanos Jesús Rafael Soto, Lygia Clark, Hélio Oiticica, Lygia Pape y Mira Schendel, son resignificados por el artista rioplatense.
Justamente, son esa extraña velocidad e intranquilidad de las vanguardias históricas, ese frenético y veloz cambio de teorías y significados, en el que unos se suceden a otros, los que indicaban una cierta desesperación, donde estrategias formales como el collage, el readymade, el monocromo, servían en tanto moradas, últimos refugios, contra la banalidad. Y aquí hay que detenerse, reflexionar en el ¿tiempo de la obra¿ y en la ¿intención de la obra¿, que nos propone Maggi, en contra del tempus fugit.
Frente a la soledad, la aspereza y la indiferencia del mundo actual, propio de esta era postcomunicacional que vivimos, en la cual los vínculos humanos son siempre transitorios y mudables, con sus obras este artista apela a la recuperación del contacto personal, conduciendo al espectador a escrutar sus trabajos con parsimonia y descubrir, en sus instalaciones, siempre realizadas con objetos minúsculos, pero que avanzan sobre el espacio y lo vuelven a definir como tal, de qué forma un microuniverso puede expandirse ad infinitum. Por eso es que, en la poética instalatoria y objetual de Maggi, no cabe hablar de espacio mínimo y sí de una mayor captación perceptiva, sensorial y conceptual de sus obras intervenidas e instaladas.
Tal es el caso, de Hipo-real, que da nombre a esta cuidada individual, donde se puede advertir ese doble proceso tan típico del Minimal y del Post-minimal, el cual implica un doble proceso: constructivo y destructivo, a posteriori. Adentrémonos en el mismo. Si se observa bien, la instalación cubre paredes y piso, con una dispositio serializada con el fin de promover la instancia de volver a ¿nombrar¿, generando volúmenes, componiendo, quitando, borrando, raspando, corrigiendo. Esta primera fase del esfuerzo individual en la producción de artefactos, luego se reduce drásticamente en la ¿decisión¿ sobre el destino final de las obras, es decir, si ellas están terminadas. Y aunque los objetos escultóricos, en este caso, presenten una concatenación interna más o menos pronunciada, el ritmo de la repetición elimina intencionalmente la pretensión de originalidad, acentuando otros rasgos. Para Maggi, en Hipo-real, el arte crea y construye su propio lenguaje, su idiolecto, como fuente que hace posible percibir, nombrar, comunicar un mundo.
Marco Maggi es Master of Arts, por la State University de Nueva York, New Palz, NY. Participó, como artista invitado, en la Quinta Bienal de Gwangju, Corea, en 2004, y en 2003 en la Octava Bienal de La Habana, y en 2002, en la XXV Bienal Internacional de São Paulo, con curaduría de Alfons Hug.
Entre sus muestras colectivas recientes, de notoria envergadura, destacamos particularmente dos: New Perspectives in Latin American Art, 1930-2006: Selections from a Decade of Acquisitions, Museum of Modern Art d New York (MOMA), 2008; Poetics of the Handmade, Museum of Contemporary Art (MOCA), Los Angeles, California, 2007.
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